Poco a poco, las Lomo Kompakt Automat comenzaron a perder popularidad. Las cámaras baratas importadas de Asia las habían sepultado en el olvido.
Los redescubridores de la Lomo fueron dos estudiantes vieneses que estaban de vacaciones en la antigua Checolsovaquia. Encontraron esta cámara en un mercadillo, la compraron, sólo por diversión, y comenzaron a jugar con ella. Dispararon por las calles de Praga sin mirar apenas por el visor; sacaron fotografías a todo lo que veían, imágenes instantáneas, casuales, detalles de sus pies, de sus manos, de todo lo que se cruzara por su camino.
Al llegar a casa y revelar las fotos empezaron las sorpresas: las fotos eran luminosas, saturadas, frescas, llenas de emoción, divertidas y espontáneas.
El hallazgo corrió de boca en boca y empezaron a pedir cámaras al antiguo bloque soviético de forma clandestina. Más tarde, fundaron la Sociedad Lomográfica para dar a conocer la cámara al mundo entero.
La lomografía se expandió por el mundo en 1994 gracias a una exhibición de imágenes lomográficas simultánea en Nueva York y Moscú.
Con el tiempo, aparecieron exposiciones lomográficas, las lomoembajadas, donde se realizaban actos lomográficos, recorridos lomográficos...
La lomografía se convirtió en un fenómeno fotográfico de culto y en un curioso movimiento social.
Lomografía significa hacer fotos sin pensar. Sólo tienes que disparar. Y quién sabe lo que saldrá. No hace falta que mires por el objetivo. La particularidad de las cámaras Lomo es que son muy fáciles de usar, parecen de juguete. Además, tiene una lente de curva al mundo y produce un efecto túnel. Añade colores que no estaban realmente ahí y crea imágenes irreales. Para colmo, la Lomo tiene un mecanismo de exposición que permite hacer fotos de noche sin iluminación especial ni flashes.
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